Inflación: se cree que tendrá un carácter persistente
La constante sorpresa de los mercados ante la persistencia de la inflación y la consideración demasiado parcial de los factores que subyacen a la subida de los precios a largo plazo son los peldaños de una tendencia persistente. Es probable que este entorno, desconocido para muchos operadores del mercado, favorezca la gestión activa.
La reaparición de la inflación tras más de 40 años ausente crea confusión en los mercados. Pocos son los actores financieros que se inclinaban sobre la cesta de la compra en 1980 que están hoy escudriñando las pantallas. ¿Se acordarán esos actores hoy de cómo fueron los años en los que la inflación estadounidense y europea llegó al 15%?
Sin embargo, no está claro que los agentes financieros quieran ver en la erupción de los precios posterior al covid el inicio de un auténtico ciclo inflacionista. Sus expectativas de inflación en Estados Unidos son, de hecho, de una vuelta al 2,75% a mediados de 2023 y de una estabilización en torno al 3% en los años siguientes, a la manera de un repunte puntual como el que se ha visto en dos o tres ocasiones en las últimas cuatro décadas.
No obstante, hay que tener en cuenta que existen factores inflacionistas estructurales: la demografía (menos ahorradores en el mundo, menos jóvenes chinos que deben integrarse en el mercado laboral a toda costa), el comercio (disminución del porcentaje del comercio mundial en el Producto Interior Bruto y de su desinflación competitiva, posible fin de las rebajas de precios en el comercio en línea.), la sociología (preferencia por la ética sobre la eficacia inmediata), o la transición energética.
Estas inversiones de las tendencias más marcadas tenderán a hacer que la inflación sea resistente. Entonces, ¿unas cuantas subidas de tipos por parte de los bancos centrales harán realmente desaparecer la inflación?
Es difícil imaginar hoy en día decisiones similares a las de 1980 en Estados Unidos. Ese año, Paul Volcker, entonces presidente de la Reserva Federal (Fed), subió los tipos de referencia al 20% cuando la inflación volvía a desacelerarse hacia el 10%.
El mismo año, el presidente Ronald Reagan acababa con la interconexión entre precios y salarios expulsando a 11.400 controladores aéreos de la Administración Pública por una huelga ilegal convocada para pedir mayores salarios.
Por último, hubo un enorme esfuerzo inversor por parte de la industria petrolera estadounidense para desarrollar la producción local tras la crisis de 1973.
"Muchos participantes del mercado creen que el fin de las hostilidades en Ucrania acabaría rápidamente con el encarecimiento de la energía. Pero a menos que Vladimir Putin desaparezca, no hay ninguna garantía de que las antiguas fuentes de suministro se vayan a reabrir rápidamente." explicó Leroux.
En cuanto a las soluciones alternativas, estas aún no están listas. Y al mismo tiempo, el descenso de las inversiones en combustibles fósiles en los últimos diez años ha tenido necesariamente un efecto inflacionista en los costes.
Además, el que haya crisis energética a pesar del estancamiento de China es una prueba de la gravedad.
El final de la crisis del covid fue el catalizador de la inflación, ya que la demanda se vio impulsada por el apoyo presupuestario masivo en Estados Unidos y la oferta se vio interrumpida por el cierre de las cadenas de producción.
Durante esta crisis, el consumidor estadounidense pudo acumular un exceso de ahorro equivalente al 12% del PIB de Estados Unidos, lo que le sitúa en una posición privilegiada en las negociaciones salariales con los empresarios (+7% de subida anual media). Cuando la inflación empiece a bajar, el crecimiento de los salarios se ralentizará más lentamente. Esto producirá un aumento de los salarios reales que apoyará el crecimiento pero reducirá la desinflación.
La recesión, necesaria para absorber el encarecimiento de los precios, no llegará inmediatamente. Y el actual presidente de la Fed, Jerome Powell, probablemente no ha terminado de sorprender a los mercados con la agresividad de su política monetaria.
La constante sorpresa de los mercados ante la persistencia de la inflación, que durante largo tiempo se creyó «temporal», y la consideración demasiado parcial de los factores que subyacen a la subida de los precios a largo plazo, "son los peldaños de una tendencia persistente".
Además, con la tolerancia al dolor que existe hoy en día, cabe esperar que tan pronto como vuelvan los primeros signos de inflación subyacente, los banqueros centrales se apresurarán a recortar los tipos. Demasiado pronto.
La reaparición de la inflación tras más de 40 años ausente crea confusión en los mercados. Pocos son los actores financieros que se inclinaban sobre la cesta de la compra en 1980 que están hoy escudriñando las pantallas. ¿Se acordarán esos actores hoy de cómo fueron los años en los que la inflación estadounidense y europea llegó al 15%?
"Los que aún creen que el pasado les puede ayudar a entender el presente y lo que está por venir, esto no sucederá si no consiguen interpretarlo debidamente. La interpretación correcta pasa por entender que el periodo de 1965 a 1980 contiene muchas lecciones porque la inflación se generó debido a una crisis petrolera que se produjo después de un largo período de precios muy tranquilos; la misma secuencia que vemos ahora." expresó Frederic Leroux, Head of Cross Asset, Fund Manager en Carmignac
Sin embargo, no está claro que los agentes financieros quieran ver en la erupción de los precios posterior al covid el inicio de un auténtico ciclo inflacionista. Sus expectativas de inflación en Estados Unidos son, de hecho, de una vuelta al 2,75% a mediados de 2023 y de una estabilización en torno al 3% en los años siguientes, a la manera de un repunte puntual como el que se ha visto en dos o tres ocasiones en las últimas cuatro décadas.
No obstante, hay que tener en cuenta que existen factores inflacionistas estructurales: la demografía (menos ahorradores en el mundo, menos jóvenes chinos que deben integrarse en el mercado laboral a toda costa), el comercio (disminución del porcentaje del comercio mundial en el Producto Interior Bruto y de su desinflación competitiva, posible fin de las rebajas de precios en el comercio en línea.), la sociología (preferencia por la ética sobre la eficacia inmediata), o la transición energética.
Estas inversiones de las tendencias más marcadas tenderán a hacer que la inflación sea resistente. Entonces, ¿unas cuantas subidas de tipos por parte de los bancos centrales harán realmente desaparecer la inflación?
El ejemplo de Estados Unidos en 1980 es imposible de reproducir
Es difícil imaginar hoy en día decisiones similares a las de 1980 en Estados Unidos. Ese año, Paul Volcker, entonces presidente de la Reserva Federal (Fed), subió los tipos de referencia al 20% cuando la inflación volvía a desacelerarse hacia el 10%.
El mismo año, el presidente Ronald Reagan acababa con la interconexión entre precios y salarios expulsando a 11.400 controladores aéreos de la Administración Pública por una huelga ilegal convocada para pedir mayores salarios.
Por último, hubo un enorme esfuerzo inversor por parte de la industria petrolera estadounidense para desarrollar la producción local tras la crisis de 1973.
El fin del conflicto en Ucrania podría no tener un rápido efecto de calado en los precios de la energía
"Muchos participantes del mercado creen que el fin de las hostilidades en Ucrania acabaría rápidamente con el encarecimiento de la energía. Pero a menos que Vladimir Putin desaparezca, no hay ninguna garantía de que las antiguas fuentes de suministro se vayan a reabrir rápidamente." explicó Leroux.
En cuanto a las soluciones alternativas, estas aún no están listas. Y al mismo tiempo, el descenso de las inversiones en combustibles fósiles en los últimos diez años ha tenido necesariamente un efecto inflacionista en los costes.
Además, el que haya crisis energética a pesar del estancamiento de China es una prueba de la gravedad.
El aumento de los salarios reales en Estados Unidos frenará la desinflación
El final de la crisis del covid fue el catalizador de la inflación, ya que la demanda se vio impulsada por el apoyo presupuestario masivo en Estados Unidos y la oferta se vio interrumpida por el cierre de las cadenas de producción.
Durante esta crisis, el consumidor estadounidense pudo acumular un exceso de ahorro equivalente al 12% del PIB de Estados Unidos, lo que le sitúa en una posición privilegiada en las negociaciones salariales con los empresarios (+7% de subida anual media). Cuando la inflación empiece a bajar, el crecimiento de los salarios se ralentizará más lentamente. Esto producirá un aumento de los salarios reales que apoyará el crecimiento pero reducirá la desinflación.
La recesión, necesaria para absorber el encarecimiento de los precios, no llegará inmediatamente. Y el actual presidente de la Fed, Jerome Powell, probablemente no ha terminado de sorprender a los mercados con la agresividad de su política monetaria.
El camino hacia una inflación persistente
La constante sorpresa de los mercados ante la persistencia de la inflación, que durante largo tiempo se creyó «temporal», y la consideración demasiado parcial de los factores que subyacen a la subida de los precios a largo plazo, "son los peldaños de una tendencia persistente".
Además, con la tolerancia al dolor que existe hoy en día, cabe esperar que tan pronto como vuelvan los primeros signos de inflación subyacente, los banqueros centrales se apresurarán a recortar los tipos. Demasiado pronto.
"Este retorno de la inflación alimenta el ciclo económico a través de las acciones que impone a los bancos centrales. La hipótesis de que tenga un carácter persistente es seria y nos lleva a estructurar nuestras carteras diversificadas en función del ciclo económico. Este entorno desconocido para muchos agentes del mercado favorece la gestión activa, incluida la de renta fija en contra de la creencia popular." concluyó el experto.
Frederic Leroux, Head of Cross Asset, Fund Manager en Carmignac.
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