La novedad de siempre, comenzar de nuevo | Por @Lumen_Latam
Mi nuevo cargo trajo consigo un aluvión de novedades. La nueva empresa, si bien tiene su sede en los Estados Unidos, es de alcance global. Solo en mi equipo hay miembros de nueve países de habla hispana. Trate de imaginarse la increíble variedad cultural al trabajar con tantas personas.
La novedad más intensa ha sido comunicarme en otro idioma, con nuevas culturas, la mayor parte del tiempo. Cuando hablamos en nuestro idioma nativo, no necesitamos pensar demasiado, después de todo, estamos en piloto automático. Es como el GPS del automóvil que siempre memoriza los mismos caminos a los que está acostumbrado, hasta que usted decide cambiar de ruta, algo que demora un poco más. Cuando usted cambia el interruptor del idioma nativo a otro, casi el 100% de las veces es como cuando el GPS tiene que recalcular la ruta para brindarle un camino nuevo. Así es como trabajo yo prácticamente todo el día: la información tiene que llegar al equipo, en español. Como resultado de este ejercicio, he notado matices que son nuevos para mí, ya que las sinapsis funcionan de manera acelerada. Recalculando las rutas todo el tiempo.
Al final del día, la sensación es buena porque, además de haber producido y generado resultados, hubo un proceso de aprendizaje de un nuevo idioma y de cómo crear estrategias de comunicación. Este inicio de aprendizaje termina siendo muy provechoso. Nuestro mapa tenía dos, tres cuadras de largo; luego se expande, y empieza a tener barrios enteros.
Aprovechar las novedades es algo que aprendemos desde la infancia. Y a lo largo de la vida tendremos distintos comienzos. El primer día de clases, con sus miedos y ansiedades por vivir, tal vez, el primer día lejos de nuestros padres. El primer trabajo. El primer día en la facultad. El primer viaje al exterior. El primer hijo. Vivir es, entre muchas otras cosas, acumular experiencias. Reconocer patrones, semejanzas, forjar contactos, son parte de nuestra «programación inicial», por decirlo de alguna manera.
No volvemos a sumergirnos en la oscuridad total con cada etapa nueva. El primer trabajo, bueno, tal vez sea más difícil: son los colegas que nos evalúan, los equipos que deben desempeñarse bien, los jefes que nos monitorean, prestando atención a todo lo que hacemos. Pero eso va afinando nuestros instrumentos. En un nuevo trabajo, ya lo sabemos, tendremos colegas. Habrá un jefe, cuentas a pagar, nuevas alianzas y una nueva estrategia que construir. A esta altura, ya tendremos un instrumento afinado (o mucho más afinado). Podemos sumarnos a la orquesta más tranquilamente.
Este nuevo comienzo que tengo ante mí conlleva sus propios desafíos, como lo ha hecho cada nuevo comienzo. Pero de cada experiencia vivida obtenemos un componente que guía nuestro GPS. Eso sí, se repiten algunas de las sensaciones vividas en cada arranque: mariposas en el estómago; euforia; miedo; optimismo. Junto a ellas, se van formando otras: disposición a la escucha; tolerancia y apertura a las opiniones contrarias. Las emociones pueden perder intensidad, pero no desaparecen.
La adaptación es la constante en todo lo nuevo. Los modos y las formas anteriores no van a encajar en lo nuevo, tal como están. Tenemos que seguir puliendo, para que el encastre sea perfecto. Cada paso que damos hacia y dentro de lo nuevo es un etapa superada, camino a la evolución. Conmigo, en cada nuevo camino, va mi equipaje y un gran deseo de abrir nuevos caminos, ampliar mi mapa y evolucionar.
Poco más de 20 días después de la nueva experiencia y ya sé que estoy en el lugar correcto: la cálida bienvenida, la empatía que todos practican sin miedo, la agilidad con la que se dan las relaciones y contactos, no hay forma de no ser conquistada. En un ambiente así, el GPS se torna solo en un accesorio: la experiencia anterior nos orienta, se va aprendiendo el nuevo idioma, las nuevas culturas, y aun así es posible disfrutar de cada tramo del nuevo camino.
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