En países como los nuestros, en América Latina, muchas instalaciones y sus infraestructuras han sido construidas con los recursos mínimos suficientes a fin de permitir un retorno de la inversión temprana y así hacer negocios atractivos para los inversionistas, que si bien pueden llegar a ser muy exitosos inicialmente, no están concebidos para soportar suficientemente la materialización de los riesgos que a futuro se exponen.
Y no se trata tan solo de que se exponga la inversión realizada, si no que falsas economías pueden llegar a afectar y comprometer los proyectos, la información propia y datos personales de sus clientes y usuarios, con sus naturales consecuencias e impactos. En casos extremos incluso se puede ponen en riesgo vidas humanas, como consecuencia de no tener la debida protección, como en los casos de infraestructura crítica, los servicios médicos o en general la infraestructura expuesta. Y no nos estamos refiriendo explícitamente a los casos de los proyectos de infraestructura física colapsadas o a punto de serlo por economías en consideraciones de diseño, calidad de materiales, o "ahorros" en seguridad y control; si no que la problemática permea a las infraestructuras tecnológicas con alcance a todos los sectores de producción de bienes y servicios públicos y privados...
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